Será un debate sin contrapisas “con su única conversación y contraste de opiniones” según el propio Francino
Por si me pasa como ayer decido ser precavido y decido hacer un desayuno frugal antes del debate e ir escuchándole en el trayecto al trabajo.
El comienzo no es muy prometedor. Empiezan hablando de E.T.A. ¿Está ahora más fuerte señor Astarloa? Tensión en la respuesta, ¿está dudando? ¿va a cambiar el discurso que ha estando repitiendo machaconamente estos cuatro años? No, era un espejismo motivado por problemas técnicos. No tenía bien colocado el micrófono. Una vez en su sitio dice, como no, que E.T.A. está más fuerte y el estado más debilitado que nunca. Bermejo, por supuesto, opina justo lo contrario, como demuestran todos los datos, lo único objetivo.
Estamos en la legislatura con menos víctimas mortales y menos atentados de toda la historia de E.T.A. Es una de las legislaturas donde más detenciones de presuntos terroristas se han producido y es en esta legislatura donde, después de mucho tiempo, todos los partidos menos uno, como pasó en los pactos de Madrid o de Ajuria Enea, en los que sólo se opuso un partido, se han puesto de acuerdo con respecto al terrorismo.
El debate sigue, y siguen hablando de E.T.A.
Pasan 15, 20, 25 minutos y erre que erre.
Señor Astarloa, ¿me quiere usted decir que en materia judicial no hay en España otro tema que E.T.A.? O más bien será que no le importa nada hacer ningún tipo de propuesta porque no las tienen y así se pierden en la demagogia barata de un discurso oxidado que llevan repitiendo y repitiendo desde hace cuatro años.
Señor Bermejo, usted que, al principio del debate, criticó al Partido Popular por su constante uso político del terrorismo de E.T.A. ¿me quiere decir que en esta legislatura no han pasado cosas más reseñables en materia judicial? O más bien será que se siente cómodo en este nauseabundo fango porque así no tiene que pensar ni cambiar tampoco sus réplicas a un discurso que ya se sabe de memoria.
O será más bien, que han descubierto ambos que este tema mantiene calientes a sus enfervorecidas masas mientras la mayor parte de los ciudadanos se tiene que tapar la boca y la nariz para no oler ese tufo que emanan y que induce al vómito.
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